lunes, 20 de agosto de 2018

Arba Minch I: Mercado de Cocodrilos, Lago Chano





Awasa - Alaba Kulito 82 kM 
Alaba Kulito - Irae 124 Km
Irae - Arba Minch 70 Km

Los tres días siguientes que tardé en llegar a Arba Minch, apenas hice fotos. Eso sí grabé bastante con la go pro en vídeo. Partes que salen en el vídeo del banner. 

Estaba preocupado por no perder días yendo al Sur. De hecho había perdido un día con respecto a lo previsto. Así que quería recuperarlo. 


Cuando salí de Awasa a las 11 de la mañana, toda mi concentración estaba en llegar a Alaba Kulito. Sólo paré en uno de los pueblos de paso para  comer y reponer líquidos , también paré en algunos puestos de carretera que vendían agua y aproveche para tomar algunas barritas de cereales. Cuando llegué a Alaba Kulito   era bastante tarde casi de noche. Así que busqué un lugar donde alojarme y comer algo. 140 Birr unos 5,5 euros por la habitación. A las 9 estaba ya dormidísimo

No hubo novedad en ese día salvo un problema con mi rueda trasera:
Antes de llegar a Alaba Kulito, en unas casas que había kilómetros antes, paré un momento a colocar parte del equipaje, justo el que va encima de las alforjas. Se me acercaron varios niños sonrientes pero también maleducados. Alguno metió la mano en la alforja y le pillé. Le eche una bronca mientras otro escondía sus manos en la espalda. Le dije que give me it y apareció una sudadera.  
Me fui de allí maldiciendo. Kilómetros después noté que la rueda de atrás estaba floja, así que la inflé. Poco después me volvió a pasar lo mismo. Por lo visto perdía aire. 
Paré y desmonté la rueda a la sombra de el muro de una casa. Salieron unos adolescentes que me ayudaron. 
Comprobé que tenía un alambre clavado en la rueda y el agujero en la cámara era considerable. 
Más adelante vería niños con un palo largo que hacía las veces de tirachinas, este tenía  una goma de cámara como lanzador. Lo que lanzaban eran alambres retorcidos. Así que más adelante ataría cabos. Pero en aquel momento pensé en la mala suerte que había tenido con el dichoso alambre para que se hubiera clavado así en la rueda.
























Los adolescentes me ayudaron en el proceso de cambiar la cámara, incluso uno trajo una bomba enorme de su casa, por lo que inflé la rueda rapidísimo. Me ayudaron a montarla y eso que no necesitaba ayuda. Pero me reconfortaba ser ayudado después del intento de robo de los enanos anteriores. Como tenía dos juegos de plásticos de los que se utilizan para poner el neumático en la llanta, le regalé uno por su ayuda al que fue a por la bomba grande. El chaval estaba encantado, ya que había mirado con curiosidad para lo que servían esos plásticos.
Unos niños te quieren robar en las alforjas y te pinchan la rueda, mientras unos adolescentes te ayudan en lo que pueden. Nunca se puede generalizar, pero una cosa estaba clara, los niños entre 10 y 13 años podían ser terribles tirando piedras a los cicloturistas y riéndose del mismo a la vez. 
Muchas veces los mayores que veían esto se reían. Y ahí estaba el problema. Si alguien reprueba esta actitud ellos no lo harán más. En cambio si los mayores sonríen las gracietas de estos enanos, están realimentándolos en la demencia contra el turista. 
He oído muchas veces hablar a cicloturistas acerca de estos niños tirando piedras. No todos lo hacen pero si algunos. Normalmente paras la bici y das un paso hacia ellos y salen corriendo. Pero siendo muchos se pueden envalentonar. En fin es uno de los males de Etiopía, en ocasiones.



Al día siguiente salí a las 6 de la mañana de Alaba Kulito dirección Arba Minch, Todavía necesitaba dos días para llegar, pero estaba dispuesto a ganar kilómetros y llegar lo más lejos posible.   
Llegue hasta la población de Irae después de 124 Km. Ese día paré mucho y comí bastante) . Llegué de noche, nada más irse las luces del día. 
No entraba en mis planes ir con la bici de noche aunque tuviera luces, ya que allí las carreteras son como boca de lobo, sin reflectantes y con los conductores que conducen de cualquier manera. En Irae antes de descansar comí lo único que había. Me zampé una inmensa injera . No comí toda la carne y verdura que llevaba, pero si el supercrepe de pan gigante que viene de base. 








En la siguiente jornada me hice otros 75 Km. En  esta ultima etapa ya tenía a mi izquierda el inmenso lago Abaya, que hacía mi recorrido mucho más entretenido. 

Fueron 70 Km hasta Arba Minch y 5 Km más hasta el hotel Bekele Mola  situado en un bonito  mirador. Un cerro que tiene vistas al lago Abaya, el lago Chamo  y justo en el medio de los dos el Parque Nacional de Nechisar. Toda una selva frondosa con toda clase de animales.

Las habitaciones eran bastante caras así que tomé una de las tiendas que ya tenían puestas para los que preferían alojarse en modo camping. 
Tampoco era barato el camping, ya que cobraban 200 Birr por día, 8 euros. Más caro que algunas habitaciones donde me había alojado otros días. 
Estuve a punto de poner mi propia tienda pero resulta que valían 130 Birr. Así que me decanté por la espaciosa tienda de alquiler del Bekele Mola, donde incluso cabía mi bici de pie.

El Bekele Mola tenía muy buena comida. Espaguetis muy bien preparados y riquísimos, tortillas de verduras (o sin ellas) deliciosas, toda clase de refrescos y cerveza. Y lo mas increíble, un delicioso café que podía tomarse con leche. 


Como llegué a las dos de la tarde, pude disfrutar de este hermoso y tranquilo lugar. Me duché en la duchas colectivas de los campistas y comí tranquilamente con unas vistas maravillosas en la hermosa terraza. 
Como tenía WF pude mandar alguna foto a Marga y hablar con ella y los chicos. Alguna gente de Arba Minch subía a disfrutar de las vistas y tomarse algo. Es un lugar precioso.
Antes de alojarme allí había estado mirando otros lodges que había en el mismo cerro, pero eran carísimos. Alguno estaba en construcción y entre las nuevas infraestructuras tenían una hermosa piscina. Quedó fichado para un próximo viaje algo más cómodo que el un cicloturista.
Había otro hotel con piscina mas a la izquierda del Bekele Mola, pero lo descarté.
También vi un lugar de alojamiento con las típicas construcciones Dorse, pero totalmente destartalado por dentro.










El lodge elegido estaba en el barrio de Shecha, que era la parte elevada de Arba Minch. La parte baja de Arba Minch, tenía muchos más hoteles aparte de restaurantes estaciones de autobús.. digamos que mas ciudad. Esta parte baja  era el barrio de Sikela.


Arba Mich es toda una señora ciudad, de hecho es la ciudad más grande del Sur de Etiopía.

Me vino fenomenal el descanso en este lodge, ya que comí como una mula y me hidraté perfectamente. También dormí muy bien en la tienda al estar muy cansado.
Al día siguiente visitaría a los famosos cocodrilos  del lago Chano y algunas cosas más.




El segundo día en Arba Minch me permití el lujo de no madrugar demasiado. Aun así me levante a las 8 de la mañana. Desayuné como un señor en la gran terraza del Bekele Mola con vistas al lago Abaya, el lago Chano y al Parque Nacional de Nechisar.

Tenía varios planes para ese día, el primero era visitar Crocodile Ranch o rancho de cocodrilos, también llamado granja de cocodrilos o  Crocodile Farm. Esta a 6 Km de Sikela, la parte baja de Arba Minch, así que tome un moto carro hasta Sikela y luego alquilé una moto hasta la granja de cocodrilos. 
La verdad es que tenía un lío de narices, ya que yo había oído hablar de la granja de cocodrilos y por otra parte estaba cocodrilo Market, que luego terminaría averiguando que era lo mas espectacular en cuanto a cocodrilos en el increíble lago Chano. Tanta fábrica, rancho o mercado, da lugar a errores.
Había diseñado y mirado exhaustivamente mis rutas por el Valle del Omo entorno a las tribus, pero Arba Minch lo había mirado por encima

Yo no hubiera ido a la granja de cocodrilos si llego a saber  como era.  En realidad siempre se pueden sacar cosas de cualquier lado. La granja de cocodrilos era un criadero de los mismos, pero no vivían en su espacio natural. Diferentes piletas de agua acogen a los cocodrilos por tamaños. Tienen un lugar para los huevos. Debe haber unos cuantos cientos  de cocodrilos distribuidos por tamaños en diferentes piletas y secciones . Lo más espectacular en verlos comer.










Volví al Bekele Mola algo decepcionado. Antes había intentado organizar una visita al lago Chano para visitar el famoso (no para mi) Crocodile Market con una agencia del barrio elevado de  Shecha. El señor de la agencia, con muy malos modos, me dijo que como yo era el único visitante para la tarde debería pagar la barca entera 770 birr 27 euros una salvajada allí. Así que de primeras no accedí. En realidad lo que hay que hacer es ir a una agencia del barrio de Sikela donde hay más turistas y se comparten gastos para visitar Crocodile Market. O incluso ir directamente al embarcadero del lago Chano. Pero no sin antes sacar la entrada de  Forty Springs. Como se ve nada facilito.

Así que, esta vez en bicicleta, me baje a Sikela, donde se encontraba Forty springs:
Arba Minch,  es el nombre amhárico de "Forty Springs". Lleva el nombre de los innumerables pequeños manantiales que brotan justo en la base del cerro de la ciudad.
Hay que ir a Sikela y buscar aun camino de tierra donde en una caseta dos guardias venden la entrada por 100 birr. Esta entrada no solo es para ver esos manantiales si no también para ver el  Parque Nacional de Nechisar.  Este tiene cebras comunes, la gran gacela (Swala Granti), el pequeño antílope dik dik, el greater Kudu otro gran antílope, chacales y muchos más aparte de miles de babuinos que creo son los dueños del parque,  aunque también esta el  mono vervet , jabalíes y también multitud de aves como flamencos águila africana, martín pescador, pelícanos y por supuesto muchos cocodrilos e hipopótamos.

Se supone que debes tener entrada general de  Forty Springs para ir a ver luego los cocodrilos de Cocodile Market en el lago Chano.
Estuve recorriendo el camino por la selva que era precioso con mi bicicleta con las alforjas pequeñas. Algunos de los arboles que había visto desde el cerro del lodge eran monstruosamente gigantes. ¡Algo increíble! 


En esta primera incursión por Forty spring no estuve por la zona de los manantiales, estos los vería a la vuelta del las visitas a la tribus del Sur. Cuando pagas la entrada para Forty Spring tienes acceso al camino que va a los manantiales, pero antes hay un cruce. Si vas por el otro camino te adentrarás en el Parque Nacional de Nechisar. Esto último hice, pero apenas pude avanzar tres kilómetros, ya que el camino era de graba gruesa cantos como puños. Pensé que pasados unos kilómetros se terminaría volviendo bueno,  pero vi que  continuaba graboso y con piedras grandes. Sólo en todotorreno era visitable. Así que volví y me metí por el camino de Forty Spring. 
Me encontré con babuinos que cruzaban el camino de un lado a otro, familias enteras cruzando, algunas hembras con el bebe asido en el abdomen. También me encontré con diferentes niños que llevaban leña. Una niña me saludó sonriente mientras llevaba atada a la espalda una buena carga de leña. 
No estuve mucho tiempo más, así que volví al lodge. Allí estuve comiendo y haciendo fotos a los numerosos monos babuinos y jabalíes que andaban por el hotel.







Después me fui a la agencia de Shecha. El hombre encargado de la agencia no cambio de opinión, pero rebajo algo el precio. Al final por 20 euros pude hacer la visita la lago Chano y al mercado de los cocodrilos, ese lugar del lago donde se sitúan los grandes cocodrilos del lago. 

Fuimos en un motocarro un hombre que llevaba la gasolina del barco, el conductor del motocarro y yo.
Llegamos a una entrada del lago Chano donde había mas embarcaciones en ese momento, era el embarcadero o minipuerto. Llegaba una embarcación llena de gente en ese momento. Me pregunté que vaya negocio había hecho al contratar una barca yo solo. La verdad es que hice muy buenas negociaciones en mi viaje pero la del lago Chano resultó una de las mas desastrosas por el coste excesivo.

Una vez allí apenas nos quedaba una hora de sol, así que no perdimos tiempo. En una embarcación azul nos recibió un capitán que sería nuestro guía junto con  el hombre de la gasolina.


Para llegar al embarcadero habíamos recorrido unos 8 km en el motocarro desde Shecha.
Fuimos andentrándomos con la barca hacia el lago Chano por la orilla izquierda. Pronto vimos los primeros hipopótamos a unos cientos de metros. Rápidamente se escondían. Estaba claro que de los humanos no se fiaban. Qué diferencia con el canal kazinga de Uganda y todos los animales que se dejaban ver sin alarmarse apenas. Aquí viendo a los etíopes tratar a sus burros o perros, no me estañaba que los hipopótamos estuvieran acojonados.

El cielo estaba bastante nublado y esto hacía que el lago Chano tuviera un bonito color entre rojizo y cobrizo, en parte por la gran cantidad de sedimentos que lleva.
Pronto vimos un águila africana en un palo de madera vertical que sobresalía del lago.
También vimos pescadores en barcas pequeñas y lo que es mas increíble pescadores con barcas hechas de troncos y por lo tanto iban a ras del agua. Viendo los ejemplares de cocodrilos que luego vería, me pareció increíble. Supongo que esta gente tiene dominio sobre el medio. Incluso un poco mas allá, vimos en las orillas a dos pescadores fuera de la barca  con el agua hasta la cintura. No me extrañaba que de vez en cuando algún pescador desapareciera.  
Los pescadores usaban redes rudimentarias y  en vez de boyas llevaban botellas de agua vacías que hacían las veces de aquellas. Algunos pescadores de los que llevaban barcas de troncos atados, usaban una gran perdiga para andar por las orillas. Otros tenían también  remos para adentrase por todo el lago.




















En una de las orillas pudimos ver un par de garzas y a su lado los primeros y grandes cocodrilos.
Un poco mas allá un bandada de pelícanos descansaban posados en el agua tranquilamente.
Un bosque  de una espesura increible destacaba en una de las orillas,  detrás la montañas acentuaban su belleza.


Por fin llegamos al mercado de los cocodrilos. Era un saliente arenoso de las orillas de color rojizo, con muchos sedimentos de madera. Allí los enormes cocodrilos estaban a sus anchas.
Algunos eran de dimensiones considerables y pesos desorbitados. Estaban estatuados y alguno con la boca abierta. En un momento dado después de virar nuestra barca, que había apagado los motores para no hacer ruido, varios cocodrilos saltaron al agua con gran vigorosidad. Solo algunos mantuvieron la compostura.
Después de un buen rato observándolos el capitán puso en marcha el motor de la embarcación.


A la vuelta nos topamos con otro pesador de barca de troncos que paleaba cual canoista con gran energía. Nos saludo con la mano al marcharse. Otro pescador más pescaba con sedal y parecía no tener prisa.


Volví al Bekele Mola con la tranquilidad de haber visto el lago Chano en todo su esplendor. No era como los lagos de Uganda donde todo eran mamíferos en el agua y orilla, cientos de ellos. Pero para Etiopía estaba muy bien. el lago era majestuoso.
Cené unos espaguetis desde el gran mirador y una tortilla francesa con queso. Miraba al lago Chano desde aquel cerro y pensaba que apartir de Arba Minch las distancias entre poblaciones se agrandan y es donde empezaba realmente el gran Sur.
Pero eso sería mañana. Ahora disfrutaría de mi cena y esas expléndidas vistas.






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