sábado, 5 de mayo de 2018

Un Sueño





“Un cicloturista puede llegar a lugares donde no se llega de otra manera, en muchas ocasiones puede llegar incluso al corazón de la gente” 

 “A ritmo de conquistador a caballo, en mi caso de aluminio. Un caballo que permite avanzar muchísimo si se quiere o parar donde se desea, ya que la velocidad a la que se va permite que todo sea observable y vivible en el momento.

Viajar en bici hace que la gente te acoja mejor y empatice con tu esfuerzo y espíritu. Se acercan y curiosean, te dan hospedaje o comida con más facilidad. 

Si paras en el Sur con un todoterreno para ver algunas tribus que te encuentres en el camino, los nativos toman distancia en el momento en el que un monstruo con cuatro ruedas para entre una nube de polvo y un turista asoma su cuerpo por la ventanilla que deja escapar toda la potencia del aire acondicionado. Pedirte dinero será su única comunicación. 

En cambio, cuando el cicloturista llega en silencio casi absoluto (quitando algún resoplido por el esfuerzo) lleno de polvo y sudor, con chorretones de sal por la cara, enjuto y delgado por cientos de Kilómetros, trabajado y curtido, los miembros de las tribus que te encuentras te acogen como uno de ellos. Ellos van a pie recorriendo caminos de polvo infinitos, desplazándose muchos Kilómetros para ir a por agua o visitar los pueblos que tienen mercado ese día. 

 Por eso un cicloturista siempre será una atracción por lo singular pero también admirado y  asimilado como uno más. 

Muchos de los encuentros que tuve con tribus fueron en pleno camino, quizá los más auténticos dentro del Valle del Omo; un saludo, muchos gestos y bastantes risas” 




Viajar a la maravillosa Etiopía era un sueño de esos que uno desea cumplir fervientemente.

 Otra vez un largo recorrido en bicicleta, otra vez una aventura, otra vez en África.

La última vez que me aventuré en un recorrido largo de cicloturismo fue en el 2013. Un viaje que me llevó a recorrer los Andes de Perú Y Bolivia, además de adentrarme en el río Amazonas y Salar de Uyuni. De aquel viaje guardo un recuerdo imborrable y profundo.

Esta vez el país elegido fue la singular y  maravillosa Etiopía. Un viaje que no hubiera sido posible sin la comprensión y cariño de mi mujer e hijos.
Uno no siempre puede desaparecer casi un mes de casa sin contar con ellos. Por eso es algo que me permito hacer cada 4 años más o menos.

Entra en mi cabeza una idea y necesito hacerla posible según me va atrapando. Llega un momento que es casi imposible de olvidar. Por otra parte hay proyectos que dentro de poco no podré realizar o cada vez serán más difíciles, entre otras cosas porque uno ya va teniendo unos años para viajes de aventura como este.

En julio de 2017 cuando comencé este viaje, tenía 53 años y aunque uno se encuentra en forma, seguramente en unos años no tendré las fuerzas o las ganas para hacerlos en bicicleta.
Seguiré viajando de otras maneras más cómodas, como recorrer un país en bus o coche, pero siempre a mi aire.

Todo esto lo digo con la boca pequeña porque no veo la hora de que uno no pueda viajar en bicicleta. En realidad para ir a trabajar me hago todos los días 25 Km entre ida y vuelta. Sólo con doblar teniendo todo el día para hacerlo como se tienen en los viajes, me salen 50 Km al día.

En realidad siempre se puede, sólo hay que disminuir los Kilómetros. En mis viajes actuales, por la por falta de tiempo hago grandes tiradas kilométricas, pero es posible que en el futuro tenga más tiempo para desarrollar el viaje.
 ¡En fin! todo se verá.

Una vez más gracias a mi mujer Marga y a mis hijos Miguel Pablo y Hugo.










¿Por qué y cómo Etiopía?


Llevaba años maravillado con la variedad cultural de este increíble país: Las extraordinarias y variadas tribus del Valle del Omo en el Sur y la inmensa belleza y carga cultural del Norte con Lalibela y el lago Tana con sus templos, el origen del Nilo Azul y sus grandiosas cataratas como estandartes principales.

Mi objetivo era viajar en bicicleta desde Addis Abeba al Valle del Omo en el Sur por la carretera de los Lagos. Un precioso recorrido que pasa por enormes lagos y Parques Nacionales, aparte de las poblaciones que se atraviesan.

Llevaba toda la ruta del Sur y algunas del Norte en mi GPS. Las rutas me las había hecho yo como siempre. Es curioso como en Google Earth se pueden ver todos los pueblos de las tribus del Sur. Los visitables y otros a los que nadie va pero que están ahí en las orillas del río Omo a escondidas del turismo.

Llevaba mi tienda de campaña de dos plazas para poder meter las alforjas y bultos varios al dormir. También llevaba mi hornillo de gasolina, ya que allí no hay bombonas de gas y en cambio gasolineras hay en todos los sitios. Bueno casi, porque en lo más recóndito de Sur es difícil encontrar combustible.
Pero resulta que sólo dormí cuatro días en tienda de campaña y apenas cociné con el hornillo.

Primero porque dormir en cualquier pueblo salía entre 6 y 10 euros en una habitación con baño y ducha. Dormir en un pueblo te daba la posibilidad de comer dentro del mismo, eso sí dentro de las limitaciones en cuanto encontrar comida en el Sur. El otro regalo que me daba dormir en un pueblo, era que pasaba muchas horas con los lugareños. Aparte de estar entretenido y de ser enriquecedor, después de muchas horas pedaleando en solitario se agradecía esa compañía. Me daba también la posibilidad de retratar a esa población y tomar el pulso a sus costumbres.

 De alguna manera estaba preparado para este viaje. Ya conocía del África Subsahariana Uganda, Ruanda, Kenia y Tanzania, habiendo subido al Kilimanjaro en este último país. Siempre había viajado por mi cuenta o contratando parciales con agencias locales. En Kenia y Tanzania había viajado con mi mujer e hijos y en Uganda y Ruanda con mi mujer.

Me resultaba fácil moverme y adaptarme a la vida africana, comer, comprar, dormir, regatear, “pelearme” si fuera el caso, siempre dialecticamente hablando.
Hablar con cualquiera que me encontrara me resultaba sencillo y familiar.
Pensaba también que me resultaría fácil moverme en bicicleta con alforjas, ya que tenía suficiente experiencia por Latinoamérica y España.

Además como ya he dicho al principio, un cicloturista puede llegar a lugares donde no se llega de otra manera…

 Pero no todo son bienvenidas y acogidas maravillosas. Cuanto más viajas al Sur sin llegar a la zonas de las tribus, más excéntrico parece ser ver a un cicloturista y los niños se animan a tirar alguna piedra que otra, aparte de salir detrás de ti corriendo desde cualquiera de los campos que atraviese uno. De alguna manera el ciclista está desvalido frente a os niños. Salen gritando como locos desde los márgenes de la carretera, gritando “farangi farangi” o “you you you”.

En más de una ocasión tuve que pararme y enfadarme con ellos, esto suponía cierta tensión porque no eran fácil de intimidar, sobre todo cuando eran hordas de 15 a 20. Los Adultos en general suelen reírse y mofarse de los extranjeros pero no les tiran piedras. Pero los niños son otra historia.

Curiosamente los niños que encontré en las zonas de tribus nunca me molestaron. Pero si los que encontré hasta llegar a ese Sur tan singular.
A pesar de este problema para los ciclistas, el viaje desde Addis Abeba hasta el Sur resulto ser apasionante, tanto en paisajes como con mi relación con la población. Cada vez que llegaba a un pueblo buscaba alojamiento, después de ducharme iba a la busca de algún sitio donde comer y tomarme unas cervezas con los lugareños que estaban encantados de hablar con un farangi mientras bebían. Para mi era un momento muy relajado después de todo el día pedaleando. Relajado con una cerveza bien fría y conversando divertido con los habitantes del pueblo.











Recorrido

En el Sur realice unos 1400 Km en bicicleta. 1300 en los traslados entre poblaciones desde Addis Abeba al Sur y vuelta a hasta Arba Minch y otros 100 más que hice dentro de la propias poblaciones cuando las visitaba o recorría alrededores.




























En mi recorrido hacia el Sur fui atravesando multitud de Parques Nacionales, lagos enormes y muchísimas poblaciones:

Pueblo de Alem Tena, población de Bolusa, Lago Koka, lago Ziway, Parque Nacional de Abidjatta-Shalla, lago Shala, lago Langano, Lago Abidjatta, población de Shashamame, Lago y población de Awasa con sus pescadores, población de Alaba Kulito , población de Boditi, población de Sodo, población de Arba Minch y sus lagos Abaya y Parque Nacional de Nechisar, los enormes cocodrilos del lago Chano, las construcciones típicas de la villa de Kamore a las afueras de Konso, Key afer y su mercado de tribus Bana, Hamer, Arbore... Jinka y los Mursi, vuelta a Dimeka pasando por Key Afer, Turmi y su único y extraordinario mercado Hamer, Koncho donde casi desfallezco para ver a los Karo, Omorate y los Dassanetch.

Vuelta de Turmi a Dimeka y Key Afer, llegada a Konso y después Arba Minch.

Aquí termina mi viaje en bicicleta de 18 días. Podía haber vuelto a Addis Abeba en bici, hubiera sido bonito también pero una pena recorrer el camino de vuelta cuando podía abrir caminos nuevos. El resto, que son 9 días, lo aproveché para ver el Norte en coches colectivos y autobuses.

Tomé un autobús de largo recorrido de Arba Minch a Addis Abeba (12 horas). Otro de Addis Abeba a Bahir Dar a orillas del lago Tana (12 horas). Vi los orígenes del Nilo Azul y sus maravillosas cataratas también llamadas Tis- Isat Falls. Visite las islas y templos del Lago Tana. Viajé en dos coches colectivos hasta Gashena y de allí en autobús a Lalibela y sus gloriosas iglesisas. Vuelta Bahir Dar y de allí a Gondar donde visité su ciudadela, el Palacio de Mertewab, la Iglesia de Debre Birhan Selassie y el Estanque de Fiklisides. Vuelta a Bahir Dar y de allí a Addis Abeba.














Gastos 

Uno de los aspectos más curiosos del viaje es el precio por el mismo:

1300 Euros por todo; vuelo, alojamiento cuando lo necesité, transportes varios cuando deje la bici y fui hacia el Norte, pago por ver las tribus, comida…

Billete de avión: 425 Euros Madrid- Addis Abeba-Madrid con una escala técnica (no se cambia de avión) de una hora en Roma tanto a la ida como a la vuelta.

Visado: 42 euros. Ya no se pagan tasas de salida. Te lo cobran todo en el visado

Dos noches en Addis Abeba en un hotel de 4 estrellas. Una noche al llegar y otra antes de salir.

Necesitaba comodidad para embalar la bicicleta en la que se tarda entre tres a cuatro horas con el desmonte de bicicleta, el empaquetado y asegurarla bien.
Por otro lado te aseguras de que tienen una buena consigna y te guardarán bien la caja. “Without my box I can´t go back to my country” y ellos te guardarán la caja como un tesoro en su superconsigna.

Esto te da la tranquilidad de que tu caja estará para empaquetar la bici a la vuelta. Es una de mis únicas normas en un viaje de cicloturismo en el extranjero; un hotel en condiciones para entrar y salir, Ya que allí montaremos la bici al iniciar nuestro viaje y la desmontaremos al finalizar. Si el sitio es cómodo mejor. Ideal un hotel de medio a alto nivel y con habitaciones grandes. Compensa y mucho. Resulta que el hotel que escogí tenía a 150 metros un tren ligero que te llevaba hasta el Merkato y también a la zona donde se sacan billetes de autobús hacia el Norte o al Sur.

El tren o metro ligero tiene un precio según las estaciones recorridas. Hasta el Merkato que eran muchas estaciones 6 Birr, unos 18 céntimos de euro. Es importante porque los taxis son relatívamente caros. Así que por localización merece la pena el hotel.

Otra de mis normas es que el viaje de ida tiene que ser sin escalas o como mucho una. Bastante riesgo sufren las bicicletas en cada embarque de maletas como para que encima sean varios. Además en Ethiopian airlines te dejan embarcar dos maletas de 25 kilos en bodega en clase turista, por lo que no hay que pagar por la bici. Llevé la caja con lo que pude meter en ella sin pasarme de kilos y una maleta grande con el resto de cosas que dejaría en el hotel.

50 dólares por el ticket del las iglesias de Lalibela válido para cuatro días.

Tome 3 autobuses de largo recorrido cuando subí al Norte, total 55 euros.

115 euros por ver a todas las tribus:
0 euros por ver a los Hamer que estaban en todos lados y que visité en sus poblados en bicicleta y en su mercado en Turmi.
70 euros por ver a los Mursi y creo que no estuve muy fino en el regateo.
15 euros por ve a los Karo, fui en bicicleta hasta su poblado en Korcho donde casi desfallezco entre la ida y la vuelta en tierras donde solo vi babuinos y Dic dic, unos antílopes de tamaño reducido.
30 euros me salió ir a ver a los Dassanech en Omorate. 15 por ir en moto y 15 por verlos.

El pago por ver las tribus es porque se supone que tienes que ir con un guía oficial, estos tienen un carnet que certifica su estatus.
Aparte hay que pagar por foto realizada, ya que una vez estás en sus poblados pagas 5 Birr por foto.

Puede ser que cuando fotografíes a alguien puedas hacer más fotos a esa persona por esos 5 birr. Si son dos personas se paga el doble, 10 Birr y así sucesivamente.

En fotografías de grandes grupos se negocia un precio. El guía oficial puede ayudar a que por el precio fijado puedas hacer más de una foto.

Aun así después de estar allí he visto maneras de ir a los poblados sin guía oficial como ya contaré.

Comer en Etiopía es baratísimo si uno no tiene grandes exigencias. La Injera que es su pan, una especie de crepe gigante con algo de sabor  avinagrado donde se le añade carne y verduras, No terminó de gustarme. Es la base de cualquier comida Etíope y está hecho con tef, un cereal local.

 Una alternativa es comprar pan normal. En muchos pueblos venden panes parecidos a los europeos y siempre se puede pedir tortilla francesa cuando tienen huevos, cosa no muy frecuente.

Sino siempre puedes pedir espaguetis del que también disponen en muchos pueblos.

Cuanto más al Sur más complicado es tener comida, hasta que llega uno a Turmi y hay casi de todo pero sin grandes alardes.

En mi viaje llevé comida liofilizada comprada en supermercados de España para los caminos entre pueblos lejanos del Sur. Unos minutos de cocción y ya tenía mi arroz o espaguetis listo.

Al final no los utilice todos y terminé regalándoselo a la gente.

Normalmente dormir en pueblos venía a salir por entre unos 6 euros a 10. Tenía la ventaja de tener comida y bebida cerca del alojamiento y de estar en contacto con la población.

Agua mineral se vende también en cualquier población.

A mitad de camino hacia el Sur, en Awasa, tome un hotel de por 25 euros para darme un respiro. Comí en condiciones y recuperé algo de las fuerzas perdidas.

Uno de los problemas de los cicloturistas cuando hacemos grandes tiradas es que hay que estar todo el día comiendo y bebiendo, ya que si no lo haces es fácil desfallecer. Si encima no hay mucho que comer o no es de tu gusto, hay que hacer lo que sea para no quedarte en el chasis.

Normalmente cuando no dormía en tienda me alojaba en una habitación de cualquier hospedaje en alguno de los pueblos donde terminaba el recorrido del día.
Me valía con que tuviera baño y ducha y si pudiera ser una mosquitera. Eran bastantes espartanos pero suficientes para mí.
Quitando los alojamientos de Awasa y Addis Abeba ese fue mi tipo de alojamiento más asiduo. Cuando llegaba a la habitación desplegaba mi saco de verano encima de la cama sin quitar la colcha siquiera y allí dormía cómodamente.








Tuve suerte con la época de lluvias 

Esta varía del Norte al Sur.
Etiopía tiene 1.104.000 Kilómetros cuadrados, el doble que España, por lo tanto hay grandes diferencias de clima según la zona.

El clima en Etiopía es muy variado y sus temperaturas dependen principálmente de la altura, pero también de su zona geográfica. Debido a su altitud, el clima de Etiopía en general es alpino, aunque en los valles es templado y en algunas zonas puede incluso ser desértico.

En general, la estación húmeda va de marzo a septiembre y las lluvias suelen llegar de junio a octubre, alcanzando el pico máximo de precipitaciones de agosto a septiembre.

En el norte de Etiopía ( Lalibela, Bahar Dar, Gondar, Axum, Bati, las Cataratas del Nilo Azul…) el clima es húmedo y lluvioso durante los meses de julio a octubre, aunque las temperaturas no son bajas.
Cuando visité el Norte me llovió casi todos los días pero siempre por la tarde o noche. Cuando había terminado mis visitas, por lo que tuve muchísima suerte. Casi todos los turistas viajan al Norte de Etiopía de septiembre a mayo.

Promedio general en Addis Abeba de días lluviosos mensuales durante el año (lluvia, nieve, granizo). Igual de válido sería el gráfico para el Norte con algo más de lluvia en Julio y Agosto





 La mayoría de los días lluviosos son en julio, agosto y septiembre.

  Como he dicho antes en la mayor parte Etiopía la principal temporada de lluvias se extiende desde junio hasta finales de septiembre, con lluvias cortas en marzo.

Sin embargo, en los parques de Omo y Mago, en el Sur de Etiopía, las estaciones son diferentes, con lluvias principales de marzo a junio y lluvias más cortas en noviembre. En otras informaciones aparecen como época de lluvias en el Valle del Omo de abril a mayo, siendo meses secos de junio a septiembre.




Parece claro que esta disparidad tiene cierta explicación, ya que si cuando más llueve en el Sur es en abril y mayo, es normal pensar que marzo tendrá sus buenas cuotas de precipitaciones dependiendo del año. A veces empezaran antes las lluvias y otras más tarde.
Lo mismo ocurre en junio, puede que las lluvias copiosas de mayo se prolonguen más o  menos en junio. Algunos años junio será seco y otros con muchas lluvias. Por otra parte esas lluvias que se producen en noviembre en el Sur pueden adelantarse algo septiembre.

 Julio y agosto son muy buenos meses para ver el Valle del Omo y el Sur en general. Los peores serían abril y mayo.

 En cambio julio y agosto son los peores en cuanto a lluvias para adentrarse por el Norte.
El problema de las lluvias en el Norte tiene la solución de llevar ropa de lluvia apropiada.

Pero el problema de la época de lluvias en el Sur es que los caminos de tierra quedan anegados y los barrizales que se forman son monumentales, impidiendo muchas veces que los todoterrenos puedan adentrase en los caminos para ver las tribus al resultar totalmente impracticables.

Así que si uno quiere ver algo de Norte y Sur, es mejor viajar en julio o agosto, donde el Sur estará practicable y el Norte requerirá ropa de lluvia.
En el Norte aunque las carreteras por lo general están asfaltadas, no faltan tramos de tierra. Como el de Bahír Dar a las cataratas del Nilo. O de Gashena a Lalibela cuyo recorrido es muy montañoso y no faltan desprendimientos de tierra que dejan la carretera o camino cortado por horas, como a mi me pasó.

No sólo los caminos de tierra son el problema en el Sur, Como pude comprobar en mi viaje en bicicleta, muchos caminos son atravesados por cauces secos de ríos y donde en la noche anterior no había una gota de agua, después de una crecida por lluvias hay un río enorme con una fuerza devastadora que no hay quien cruce.
Cuando fui en bicicleta a ver a los Karo tuve que cruzar dos ríos así porque la noche anterior había llovido. El agua primero llegaba a un metro y tuve que esperar un tiempo a que bajara algo para cruzarlo. Esto en julio, supuestamente un mes bueno para el Sur.

Quitando ese día el resto de días los caminos estuvieron muy secos en el Sur, Lloviendo algunas veces por la noche pero sin excesos.
El día en que ese cauce se llenó de agua, el resto del camino estaba completamente seco y en buenas condiciones. El hecho de ser una lluvia aislada hace que los caminos se mantengan secos en julio y agosto en el Valle del Omo.

Tuve suerte porque aunque el tiempo en el Valle del Omo me favorecía a primeros de julio. Desde Addis Abeba hasta Awasa y algo más abajo las precipitaciones mayores son en Julio y agosto. Cuanto más al Sur más a salvo estaba de la lluvia.
Viajé el mismo 30 de junio a Etiopía, pensando en que con un poco de suerte esas súper lluvias de julio podrían retrasarse algo mientras pedaleaba hacia el Sur. Y así fue, sólo me llovió un día durante el pedaleo, una mañana que salía de Alem Tena durante dos horas y de manera torrencial.
Luego ningún día más. Sólo algunas noches más mientras dormía volvió a llover.

Llevaba ropa de lluvia para la bicicleta con pantalón chubasquero incluido y otro chubasquero de arriba de repuesto por si quedaba empapado el primero de un día para otro. Además también llevaba escarpines de ciclismo o cubrezapatillas para que el calzado no se empapara. Los escarpines eran finos para no se me cocieran los pies. Al final apenas tuve que usar la ropa impermeable en el Sur.









Moneda

La moneda de Etiopía es el Birr. En el verano del 2017 un euro equivalía a 26 o 27 Birr.

Era fácil redondear con un billete de 100 Birr a 4 euros.

Uno puede pagar con tarjeta en grandes hoteles o importantes tiendas de grandes ciudades. Pero lo normal en todo el país es que necesites efectivo.

En casi cualquier pueblo de mediano a grande hay bancos donde pueden cambiarte sin problemas euros o dólares. Yo llevé mi tarjeta visa para pagar en dos hoteles y no sé si la usé para algo más. El resto del viaje pagué en efectivo e iba cambiando euros a birr en los bancos. Los cajeros automáticos fuera de Addis Abeba son pocos y poco fiables. Las tarjetas de crédito no son aceptadas.

Así que ir con la tarjeta de crédito con intenciones de ir sacando dinero poco a poco es difícil.

Yo opté por llevar efectivo e ir cambiando dinero en los bancos de los pueblos más grandes  de mi recorrido. Aunque primero cambié en el aeropuerto y después en bancos de Addis Abeba. Llevaba también la tarjeta de crédito pero apenas la usé.





Vacunas

No hay requisitos de vacunación en Etiopía, pero en mi caso y por el tipo de viaje, iba bastante cubierto. Me tomé el Malarone durante mi viaje por el Sur. Luego en el Norte y debido a la altitud no hay riesgo de malaria  o es escasísimo.

Ya tenía la de la fiebre amarilla de años atrás, así como hepatitis A y B. Me puse también la de la de la  meningitis, la Polio y fiebre tifoidea. Esta última es vital ya que el mecanismo de contagio es fecal oral, a través de agua y de alimentos contaminados, y en un país como Etiopía es indispensable. Algo parecido pasa con la hepatitis A que se puede contagiar también a través de los alimentos preparados o manipulados por una persona infectada que no se lava bien las manos.

Y por último también me puse la antirrábica en tres dosis inyectables. Esta última en otros viajes no me la hubiera puesto, pero después de mi experiencia perruna en mi viaje en bicicleta por Perú y Bolivia me pareció indispensable. Luego resulta que en Etiopía apenas hay perros y están los pocos que hay acobardados. Los animales no son mascotas aquí, no son ni animales.

Aun así no está de más la antirrábica para mi tipo de viaje, ya que en Etiopía hay babuinos en los márgenes de los caminos y toda clase de ganado en cualquier parte.



Carga de la bicicleta

En mis cuatro alforjas (dos traseras y dos delanteras) llevaba 42 kilos entre ropa, comida liofilizada, saco, tienda, aislante, mi supercámara réflex con flash y cuatro baterías, trípode, botiquín básico, zapatillas de trekking, herramientas , cámaras de repuesto para la rueda, tres linternas de pilas, mi hornillo de gasolina, barritas energéticas ...

Una bestialidad. De hecho la primera vez que llegué a Arba Minch, con muchísimos kilómetros recorridos, deje 8 kilos de mi equipaje allí, para recogerlo a la vuelta. Poco a poco voy acertando con lo que sí quiero llevar, pero todavía cometo errores. No es lo mismo un viaje de meses o años que uno de un mes y el cálculo tiene que ser preciso.

De todas formas si no conoces el país, no sabes de qué cosas puedes prescindir hasta que estás allí.

Resulta que la época de lluvias en el Sur era seca, pero como yo viajaba desde Addis Abeba, hasta llegar al Sur era probable que me mojara hasta que no consiguiera bajar más.
Resulto que esta bajada al Sur fue bastante seca. Por eso cuando llegué a Arba Minch dejé uno de mis dos chubasqueros, un culote de más, una sudadera, una camiseta de manga larga, varias prendas de ropa interior y calcetines.... Al final me desprendí de unos kilos que recogí a la vuelta, por lo que pude viajar más ligero.

Apenas usé el hornillo de gasolina ya que en los pueblos se podía comer con decencia o comprar algo de comida para comer luego. En un viaje de un mes escaso un hornillo puede ser prescindible.

Con la tienda me pasó igual, cuatro noches la usé. Era muy barato tomar una habitación con baño en cualquier pueblo. Y además luego salía a cenar y me tomaba unas cervezas con los lugareños y eran unas horas maravillosas y entretenidas después de un día entero pedaleando.

Al final escribí en una libreta la cantidad de cosas que no me llevaré otra vez...



Curiosidades de Etiopía

 Cuando pienso en Etiopía me vienen a la cabeza sus tribus, Parques Nacionales y el legado cultural del Norte, Pero también se me aparecen patrones pintorescos que se repiten y permanecen en la memoria para siempre:

- En hoteles buenos y malos tienen siempre unas chanclas usadas debajo de la cama para consumo del viajero. En los hoteles muy buenos son nuevas, en los demás se ve que han pasado cientos de pies por ellas y están mugrientas. Debajo de la cama se quedan.

- En el Sur los miembros de las tribus, sobre todo los Hamer, llevan casi siempre en sus manos un mini asiento de madera tallado por ellos llamado borkota, algunos son minúsculos y verdaderas obras de arte con la madera tallada en diferentes dibujos. Son como minitaburetes que también sirven de almohada, los plantan en el suelo y allí se sientan o tumban.

- Yendo en bici se ve de todo, ya que el ritmo es lento y uno para donde quiere. Es fácil ver como una familia entera se lava con el mismo cubo de agua a la puerta de su casa. El agua es escasa en algunas zonas y hay que recorrer a veces distancias largas para conseguirla. No se desperdicia ni una gota.

- En muchos pueblos del Sur se escucha los cantos musulmanes al alba que no te dejan dormir. A pesar de tener mucha población cristiana 61.6%, no faltan musulmanes 32.8%.

- Cualquier etíope que pase por allí interviene en tu regateo con un vendedor para subirte el precio. Todos quieren engañarte porque eres farangi.

- Chiquirela (አትጨነቅ) . “No te preocupes” en Amhárico o Amharic como dicen ellos. Los escucharás cientos de veces y es muy graciosa su pronunciación sobre todo en determinados contextos cuando agudizan su tono. Si eres tu el que lo pronuncias el jolgorio y regocijo general está asegurado.

- No fuma nadie o casi nadie. Es un lujo que no se pueden permitir. El dinero está para lo primordial.

- Algunos miembros de las tribus, niños y adultos, llevan fusiles que impresionan a los turistas. Las armas les dan estatus y un prestigio pero no llevan ni una bala casi siempre.

- Todos los etíopes fanfarronean con los turistas pero no pasan de ahí. Si te ven por la calle te llamaran farangi o repetirán you, you, you. Eres una excentricidad allí e intentan intimidarte, pero si te das la vuelta y te pones a un palmo de su cara o simplemente frente a él, se cortan y el resto se reirán del que se mofaba.

- Verás montones de botellas de cervezas amontonadas en las mesas de los bares. Las dejan para luego contarlas y saber lo que les tienen que cobrar. Es fácil ver a un par de amigos reunidos en una mesa con 12 botellas de cerveza de las grandecitas.

-No existe la leche, olvídate del café con leche salvo en grandes ciudades y grandes hoteles. Sí hay rebaños de cabras y algunos vacunos, pero esa leche no es de uso comercial. Si así fuere la seguridad higiénica de esas leches sería cero.

Verás como tuestan el café en la calle en sus sartenes en un ritual repetido. Y verás también como lavan las pequeñas tazas 1000 veces con el agua del mismo cubo. Pero el café solo que sirven esta excelente.

- Nunca estás solo. Da igual que sea una carretera solitaria o un camino polvoriento. Paras un segundo y oyes el you you, o farangi farangi. Niños o adultos aparecen de repente del campo abierto en tu dirección. En un país con una población de 91.196.000 de habitantes en 2016 esto es bastante usual. Da cierto desasosiego porque es difícil encontrar un lugar tranquilo donde poner la tienda. Solo muy al Sur empieza a haber grandes espacios en los márgenes de la carretera o caminos. Además como el mayor medio de transporte son los coches colectivos, siempre hay alguien en la carretera o camino esperando coger uno. Por otra parte casi todos los márgenes de los caminos o carreteras tienen casas o terrenos con vallas hechas de espino de acacia o ramas de árboles.

- Los coches colectivos son bastante peligrosos. Como en muchos países con economías precarias, ahí es donde está el autentico peligro de Etiopía. Cuando tomas alguno ves que conducen alocadamente y muy rápido. Esto en carreteras donde de repente hay un socavón enorme o donde el asfalto se ha derretido formando escalones monstruosos que los conductores nativos ya conocen. Aun así se ven muchos accidentes.
 Es el peligro de alquilar un coche allí. Puede que seas moderado conduciendo pero no sabes donde están esas trampas y además los demás conductores pueden hacerte cualquier jugarreta suicida. Hay más "trampas"en las carreteras del Norte que en las del Sur.

- Amasaguinalo (እናመሰግናለን) “gracias” en Amháric. Es un gracias bastante difícil de pronunciar y que te agradecerán que digas cuando sea menester. Regla nemotécnica: Amasa aguinaldo sin la de y todo seguido

- Cualquier tribu que quieras buscar está en Google Earth. Se pueden buscar la localización de cualquier tribu para hacerte rutas en GPS. Incluso aparecen poblados un poco más escondidos que los visitados habitualmente por los turistas en las orillas del río Omo.

- Casi todos los niños del Sur que viven antes de llegar las zonas de tribus, tiran piedras a los ciclistas. Según pasas aparecen corriendo detrás. Algunos usan un palo con goma de cámara de rueda que hace de tirachinas e intentan pincharte la rueda lanzando clavos o tornillos a la misma (esto último es más inusual pero a mí me pincharon una rueda así). A veces hay que ponerse muy serio.

- Algunas mujeres del Sur de Etiopía asienten moviendo la cabeza de arriba abajo en un movimiento largo acompañado con una larga inspiración por la boca con un leve sonido de garganta y terminado en una corta espiración. La primera vez que vi hacer esto a una mujer pensé que lo hacía como una especie de muletilla gestual adquirida. Luego comprobé que ese comportamiento se repetía en otras mujeres.

- Más palabras muy útiles con su pronunciación al final.

Con un gracias mujer! o gracias hombre! puedes conseguir el cielo en Etiopia

Amasaaginalo won! o amasaaguinalo sit!. Gracias tío, gracias mujer.

Y si le llamas konyo (bonita) a la dependienta, te puede regalar  un mango del tamaño de un melón y una enorme sonrisa. 

Hola: ሠላም Selam
Bonito o bonita ቆንጆ  Konyo
Mujer ሴት  Sit
Hombre ወንድ  won
Agua ውሃ  wija
Pan ዳቦ  dabo

- Una charla en autobús en un largo viaje con tu compañero de asiento y será tu amigo para siempre. Te ayudara a que te den tu equipaje antes cuando el viaje termine o lo que fuere menester. Es curioso lo que hacen los viajes interminables de 12 horas en autobús. Es como aquellos viajes en tren de cuando éramos pequeños que no acababan nunca y los que compartían compartimento se hacían medio familia. Para haber conocido esto último del tren hay que ser un poco mayorcito. Jeje

-En el Sur los niños bailan frenéticamente en las cunetas moviendo las rodillas como si fuera un charlestón acelerado para que los conductores de coches y camiones que pasan les echen alguna moneda.

- Los pantalones cortos no existen, solo los usan los farangis.

- En el Norte visten cazadoras, jerséis e incluso abrigos cuando baja algo la temperatura aunque estemos a 27 grados.

-En alguno de los tipos de coches colectivos de las diferentes categorías que hay a modo de taxi entre poblaciones, entra todo el mundo, incluidas cabras y sus cabreros. ¡Y vaya olor! El de los cabreros. 

- En mi deambular infinito por carreteras y caminos vi muchísimos animales atropellados, desde burros partidos en dos por un camión con las tripas esparcidas por la carretera, hasta familias enteras de cabras trituradas, terminando por las muchísimas aves de diferentes colores y tamaños que yacían en el camino. Casi todo el mundo tiene animales en Etiopía y al vivir muchas veces en los márgenes de la carretera, junto con una conducción agresiva, los atropellos son inevitables.

- Es fácil ver en algunos pueblos del Sur enormes filas de bidones de agua amarillos numerados. Están colocados en el suelo sin sus dueños y dan vueltas en espiral para ocupar menos. El turno para llenarlos en el pozo es perpetuo, ya que cuando te toca llenarlo tienes que poner otro vacío a la cola.

- En los caminos del Sur cerca del Turmi, encontré algunos miembros de tribus que venían de recoger agua de precarios pozos o pequeños riachuelos. En sus manos una botella de plástico con agua turbia, ya que llevaban sedimentos de barro y arena. Esa es su agua en muchos lugares.





Etiopía: Conmoción de sentidos 

Siempre que uno viaja está dispuesto a dejarse sorprender por todo aquello nuevo que desconocemos.
En este mundo donde nos repetimos en nuestras rutinas, aquello que nos emociona y despierta nuestros sentidos hasta umbrales indescriptibles, es de un valor y una riqueza de magnitudes cósmicas.

Etiopía te sorprenderá por sus singularidades únicas y por sus contrastes abismales entre en Norte y el Sur, pero sobre todo, conmocionará tus sentidos.