sábado, 6 de abril de 2019

Konso

20 Km pasados Woyto - Konso: 50 Km
Konso-  Arba Minch  85 Km
Total 135 Km



Me levanté muy temprano, serían cerca las seis de la mañana y me notaba bastante descansado. Mientras me desentumecía me preparé un arroz liofilizado en mi hornillo de gasolina.
Bebí también bastante agua mientras recogía la tienda y  preparaba mi bicicleta.

Con las primeras luces del día me puse en marcha con bastante ánimo. Estaba contento y satisfecho porque  había conseguido ver casi todo lo que había previsto. Además, una vez llegara a Arba Minch mi viaje en  bicicleta habría terminado. Luego me quedarían unos días para ver el Norte de otra manera.

Así que pedaleé casi de una tacada los 50 Kilómetros que me faltaban hasta llegar a Konso. Y digo casi porque algo de gran belleza  me obligó a parar.

En uno de los árboles que sobresalían de los campos de maíz, percibí un movimiento. Cuando giré la cabeza a la derecha, pude observar a una mujer subida al árbol y en movimiento. 
Paré casi de inmediato para definir lo que veía. Ya había visto en mi viaje de ida hacia el Sur, como muchos niños y mujeres estaban encaramados a un árbol  podado y preparado para la vigilancia de los cultivos desde arriba. 
Estos árboles sobresalían de los cultivos, desde allí las personas subidas en él podían vigilar sus campos si algún ave osaba comerse sus frutos tan duramente trabajados.
Pero esta mujer no se limitaba a vigilar, estaba lanzando piedras con una honda con gran maestría. Cuando se percató de mi presencia puso más énfasis en la tarea como orgullosa de su habilidad. 

Tiré alguna foto e incluso la grabé en vídeo. Por los visto era bastante normal usar hondas para asustar a los pájaros invasores de las tierras labradas.

Esta fue mi única parada durante esos 50 Kilómetros hasta Konso.




Cuando legué a Konso ya había bastante bullicio a pesar de ser relativamente temprano. 
Me dirigí a unos de los restaurantes locales donde servían carne de un olor espectacular. Me senté en una mesa después de haber pedido una tortilla francesa de dos huevos con bastante pan. Me daba cierto reparo comer esas carnes ya que había visto que estas no estaban en cámaras frigoríficas. 
Ese día no comería carne, pero en otras partes del viaje si me dejé llevar y comí sin malos resultados.
Me supo a gloria la tortilla, acompañada con un café bien cargado y una cerveza bien fresquita era todo un lujo.

Compré algo más de agua y un zumo de mango para cuando emprendiera el camino a Arba Minch.

Antes tenía algunos asuntos pendientes en Konso. Quería ver las típicas casas Konso y sobre todo alguna de las aldeas típicas de Konso; esas que están escalonadas en terrazas y  sujetas por muros de piedra que en algunos casos llegan a 5 metros. Están dispuestas así para lograr un cultivo eficiente de agricultura sostenible y en unas condiciones extremas.


Así que después de comer me dirigí a una de las aldeas típicas de los konso. No me quebré mucho la cabeza y fui a la más cercana que era la de Gamole. Apenas un  par de Kilómetros dirección Sur.

Después de dos Kilómetros de dura pendiente y uno de bajada,  me desvié por un camino de tierra que salía a la derecha. Este se iba haciendo más estrecho conforme avanzaba. Unos 300 metros después se podían ver las primeras casas de Gamole.

Al llegar allí pude percatarme de que sólo había una entrada a la aldea. Luego todo era una especie de laberinto de callecitas de tierra para llegar a las casas. Entre los muros de piedra y el sistema laberíntico hacían un conjunto defensivo esplendido.

Un niño de unos 10 años me hizo de guía. Había empezado andar por mi cuenta, pero si el niño me mostraba el camino mejor.

Según recorríamos los senderos de tierra entre las casas, pude ver como estos estaban limitados por ramas secas de juníperos.

Mientras seguía al niño que prácticamente iba corriendo, pensaba en algunas cosas que había leído de la ciudad de Konso

Konso se encuentra a una altitud de 1500 metros sobre el nivel del mar.
Los Konso se asientan en  la ribera del río Sagan . Su capital es la ciudad de Konso  y sus terrazas amuralladas y su entorno fueron declarados Patrimonio de la Humanidad.
La lengua Komso es un idioma afro-asiático, cuchita 
Tanto  hombres  como mujeres, cultivan girasol, árboles frutales, sorgo, algodón y maíz, practican también  la apicultura con miel de acacia.
Por otra parte, casi todas las familias tienen también algo de ganado.

























Al entrar en la primera parcela una mujer joven estaba sentada con una jarra de plástico azul en sus manos. Era muy guapa y me recibió con una sonrisa.
Sus ropas eran normales, nada parecido al exotismo tribal que había conocido más al Sur. 

Me fije en la choza de adobe y paja con un tejado coronado por una vasija de barro que hacía las funciones de chimenea.
Recordé al ver la vasija que los konso son artesanos muy hábiles además de tejedores, carpinteros, herreros, alfareros y grandes trabajadores de la piedra. Su producción es valorada por los pueblos vecinos con los que la intercambian por carne, sal, leche y pieles…
Las aldeas tipo Gamole suelen tener unos 2000 habitantes
Su estructura social se basa en la pertenencia a uno de los nueve clanes gada, en que se encuadra la sociedad Konso
Los clanes gada son 9 y la población pertenece a uno de esos clanes.
El Consejo de Ancianos es la autoridad principal en la aldea, y esta se administra autónomamente.



Estuve mirando con detenimiento la casa y  los diferentes niveles dentro de la parcela, creados con tierra y muros de piedra. Aparte de la casa principal tenían otras más pequeñas para ganado, forraje  y  grano.

Cuando estaba mirando las otras construcciones salió un hombre que seguramente era el padre de la muchacha que me había recibido. Un niño pequeño apareció también corriendo desde un lateral de los juniperos. Supuse que sería el hijo de la muchacha. Disparé alguna foto rápida mientras contemplaba el ganado, en este caso su ganadería se limitaba a unas cuantas ovejas y una vaca.

Le di algo de dinero a la mujer después de que esta posara conmigo. 

Mientras, el niño guía había dado por concluida su visita a esa casa y me llevó rápidamente a otra.






En esta, dos niños se encontraban solos. Estaban sentados en uno de los muros de piedra de la casa y sonrieron al verme. Detrás tenían otra construcción típica de los Konso. Esta debería ser de ganado ya que parecía más desvencijada y el barro de las paredes de la construcción estaba en bastante mal estado. Tanto que incluso dejaba ver las maderas de la estructura interior.  

Al ver a estos jóvenes recordé algo del sistema de grupos de los konso:

Los varones de la sociedad Konso conviven con un curioso sistema de "grupos de edad". En la adolescencia se entra a formar parte de un grupo de edad que les prepara para la vida adulta. Con el tiempo esos grupos e edad  pasan a diferentes clases sociales (artesanos, guerreros, agricultores, ...), hasta que se llega a la edad madura. La clase superior de los grupos de edad son los ancianos.


Entré en otra parcela cuya casa parecía estar vacía en ese momento. Sólo unas cuantas ovejas se paseaban en el pequeño terreno.

Salimos de allí y el niño me llevó a la siguiente vivienda, allí una mujer de mediana edad me esperaba. Vestía ropa con colores muy chillones con predominio de rojo y una falda a rallas verticales amarillas, rojas y verdes. Llevaba también una especie de turbante que dejaba asomar algunas trencillas tipo rasta.
Su expresión destilaba bondad  y alegría. Posó encantada para mi y parecía acostumbrada a hacerlo. Me despedí de ella y le di las gracias “amasaaguinalo”




Una de las características principales de los Konso son sus típicas estatuillas de madera llamadas Waga. Son de un metro de altura aproximadamente. Se colocan sobre la tumba del difunto o campos que cultivó cuando el aludido tuvo cierta relevancia.
Las wagas no se colocan aisladas sino que  forman grupo de estatuas las que se ubican en dichos lugares. 
La Waga representa al difunto en el centro y a sus lados esposa e hijos. A veces también se coloca a los enemigos con sus partes pudendas amputadas. Si  el difunto ha sido guerrero o cazador, puede haber algún animal como un león.

Los Konso aprovechan este interesante hecho cultural para hacer negocio, vendiendo estatuas un poco más pequeñas a los turistas.


Estuve viendo alguna casa más antes de irme. Aquella última también estaba vacía en ese momento, sólo algunas ovejas y una vaca disfrutaban de la tranquilidad más absoluta. Me fijé en que una de estas casas de barro para ovejas no tenía muro en su parte inferior, ya que esta se asentaba en troncos de madera  a la manera de los hórreos. De esa manera las ovejas podían salir y entrar de la casa a su antojo.

Desandamos el camino hasta la entrada, fijándome de nuevo en los laberínticos caminos entre las casas, hechos así con un real carácter defensivo. Esta disposición ayudaba en las luchas de clanes, tribus o entre aldeas.




Le di una buena propina al niño que tan eficientemente me había hecho de guía.

Cuando volvía pensaba en algo que había leído repetidamente sobre las aldeas konso. Se hablaba de que el fomento por parte del gobierno de los anticonceptivos, había sido pasado por alto por los konso, teniendo estos muchísimos niños.
Esto yo lo extrapolaría a toda Etiopía, que con 100 millones de habitantes son una superpoblación Africana. Es fácil ver en cualquier parte de Etiopía a gran cantidad de niños por todas partes. No parece que el gobierno tenga mucho éxito en ninguna parte de Etiopía.

Mi visita a Konso había concluido  y eran las 10:45, así que el día estaba siendo bastante provechoso. Me tomé unos espaguetis en el restaurante donde había desayunado y me dispuse a enfilar los  85 Kilómetros que me quedaban hasta Arba Minch.




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