lunes, 23 de julio de 2018

Addis Abeba I




Salí de Madrid a las seis y media de la tarde. Mi vuelo a la capital de Etiopía era relativamente cómodo. Viajaba en dos horas y media a Roma donde llegaba a las 9 de la noche. Allí teníamos una escala técnica donde no se cambia de avión, simplemente se espera en el aeropuerto romano a que suban los italianos que viajan a Etiopía.
Después de una escala técnica de una hora se salía a las 11 de la noche para llegar a las 5:50 AM, allí una hora más que en España. Por lo que el segundo trayecto era de 5 horas 50 minutos.


El avión de Ethiopian Airlines iba medio vacío sobre todo en la parte de atrás. Este tenía tres filas centrales y a cada lado otras tres.
Yo tenía ventanilla a la izquierda en los asientos de tras. Nadie a mi lado, por lo que pude tumbarme a pierna suelta para dar alguna cabezada. Aunque me costó ya que estaba muy excitado por el viaje. A la vuelta también tuve tres asientos para mí solo. Toda una suerte.

Viaje el 30 de junio, sin descansar y apenas tomadas las vacaciones esa misma mañana.
Normalmente espero dos o tres días para recuperar algo de energía y salir más descansado.
Pero quería salir cuanto antes. El objetivo era evitar las copiosas lluvias que se dan en el Norte y centro de Etiopía mientras viajaba en bicicleta hacia el Sur.
Se suponía que en julio y Agosto era la época más lluviosa del centro y Norte de Etiopía. Confiaba que al ir el 30 de junio pudiera tener la suerte de que se retrasaran algo. Como así fue y en mi viaje hacia el Sur sólo un día me llovió mientras pedaleaba. El resto de las lluvias, unas pocas, fueron nocturnas.
Como dije en mi primera entrada, en Parques  Nacionales de Omo y Mago, en el Sur de Etiopía, las estaciones son diferentes, con lluvias principales de abril a mayo y lluvias más cortas en noviembre, siendo meses secos de junio a septiembre.

































Llegué al aeropuerto Aeropuerto Internacional de Addis Ababa Bole algo cansado pero con buen ánimo. Allí me encontré con una chica del país vasco que iba a recorrer el Norte.Yo iba en ese momento para el lado contrario.

Después de un breve espera en la fila, pague mis 50 dólares en concepto de visa, más caros que los antiguos 20. Pero en cambio ya no te cobran tasas de salida, parece ser que te cobran todo de una vez.
El visado se puede tramitar directamente a la llegada al aeropuerto Bole, en Addis Abeba, para ello es necesario tener el pasaporte en regla con una vigencia mínima de 6 meses y pagar las tasas.
Mi  visado era de turismo, con este puedes estar un mes en con una única entrada. Existe la opción de visado para 3 meses y visado para 6 meses, ambos con entrada múltiple.

Desde junio de 2017 también es posible obtener el visado vía online, a través de la web https://www.evisa.gov.et El visado online (e-Visa) sólo te permite entrar a Etiopía a través del aeropuerto internacional de Addis Abeba con una única entrada.
Si uno quiere entrar por tierra a Etiopía viniendo de otro país, debe solicitar previamente el visado en la Embajada de Etiopía de tu país (aquí no hay), por lo que debes tramitarlo en París o cualquier otra capital con embajada, con los consiguientes recargos. El visado no se puede conseguir en ninguna de las fronteras terrestres del Etiopía.






















Apalabré un taxi, ya que el coche del hotel que me venía a buscar no se presentó. Un taxi que pudiera llevar mi equipaje, ya que viajaba con una maleta y una enorme caja con mi bicicleta embalada.

Me dirigí al hotel Nega Bonger  después de que el conductor tratara de descubrir donde estaba. Allí los taxistas no se saben de memoria muchos datos importantes de su ciudad. Necesitan saber en que área o distrito de Addis Abeba que están. El hotel estaba en el área o distrito de Akaki Kality.

Hay diez áreas o distritos en Addis Abeba. Kality es el área más al Sur de las 10. Por lo que  dada las grandes dimensiones de Addis Abeba, esta orientación hacia el Sur facilitaba mi salida en bicicleta.
Lo de Kaliti lo supe al final de mi viaje cuando me moví algo más por la capital. En principio yo suponía que con solo dar el nombre del hotel el taxista me llevaría fácilmente.

El Nega Bonger, uno de mis pocos lujos en Etiopía, era un cuatro estrellas con habitaciones muy amplias, lo que me facilitaría desplegar todo mi equipaje y sobre todo armar y montar la bicicleta sin problemas de espacio.
Estuve dos noches en el Nega Bonger de Addis Abeba. Una noche al llegar y otra antes de partir para Madrid.
La noche de transición entre el Norte y el Sur la pasé en un hostal modesto y sólo me acerqué al Hotel Nega Bonger para dejar  mi bicicleta, alforjas y resto de equipaje. Sólo me llevé al Norte una mochila pequeña con ropa limpia que tenía en la consigna del hotel y mi cámara y trípode.







Volviendo al Nega Bonger; necesitaba comodidad para embalar o desembalar la bicicleta,  proceso en el que se tarda entre tres a cuatro horas con el desmonte  o montaje de la bicicleta, el empaquetado y asegurarla bien.
Por otro lado te aseguras de que tienen una buena consigna y te guardarán bien la caja. “Without my box I can´t go back to my country” y ellos te guardarán la caja como un tesoro en su superconsigna.

Esto te da la tranquilidad de que tu caja estará  dispuesta para empaquetar la bici a la vuelta. Es una de mis pocas normas en un viaje de cicloturismo en el extranjero; un hotel en condiciones para entrar y salir.  Ya que allí montaremos la bici al iniciar nuestro viaje y la desmontaremos al finalizar. Si el sitio es cómodo mejor. Ideal un hotel de medio a alto nivel y con habitaciones grandes. Compensa y mucho.
Resulta que el hotel que escogí tenía a 150 metros un tren o metro de superficie que te llevaba hasta el Merkato y también a la zona de oficinas donde se sacan billetes de autobús hacia el Norte o al Sur.
O sea que el hotel estaba muy bien ubicado para salir en bicicleta hacia el Sur y tenía buenas conexiones para explorar Addis Abeba y salir de ella.

El metro o metro ligero tiene un precio según las estaciones recorridas. Hasta el Merkato que eran muchas estaciones 6 Birr, unos 18 céntimos de euro. Es importante porque los taxis son relativamente caros. Así que por localización merece la pena el hotel.

Otra de mis normas es que el viaje de ida tiene que ser sin escalas o como mucho una. Ya  explique antes que para mí es prioritario, ya que la bicicleta solo sufre un embarco y desembarco. Con varias escalas se multiplican las posibilidades de que la bici resulte dañada aunque está muy protegida y muy bien embalada. En la vuelta, si puede ser sin escalas mejor para la bicicleta, pero sabemos que si se daña  en la vuelta el viaje ya está hecho y no quedará arruinado.

Me tiré unas cuantas horas montando la bicicleta,  antes había desayunado en el hotel ya que este estaba incluido. El personal era muy amable y solicito. Si querías conseguir algo te aconsejaban o incluso se ofrecían a comprártelo.

Como había llegado tan temprano tenía el día entero para descansar después de montar la bicicleta. Justo al lado del hotel había un pequeño mercado sobre unas antiguas vías de tren ahora en desuso. Casi todo era ropa, había también tiendas de comestibles en las calles y muchas mujeres vendiendo mazorcas de maíz asadas en las aceras. De estas últimas me comí un par a cinco Birr cada una, unos 20 céntimos de Euro . No sabía entonces que iban a ser parte de mi dieta en Etiopía.







Aproveché para hacer fotos a la gente del mercado, eran mis primeras fotos y la gente reía de mi osadía y descaro al fotografiar. Allí andaba yo robando fotos o simplemente convenciéndolos para que posaran. Y posaban a conciencia entre risas y el jolgorio del mercado.
Ya ese primer día empecé a oír el típico “you you you” o farangi con el que llaman a cualquier extranjero. En los últimos días tndia tiempo de visitar el gran merado de Addis Abeba, el famoso Merkato.
Tuve tiempo para sacar algo más de dinero en los bancos que estaban a 100 metros del hotel y a proveerme de una buena cantidad de Birr en billetes de 5 o en monedas de 1 Birr. Sabía que en muchas ocasiones tendría que ofrecer algo para poder fotografiar a la gente. Sobre todo en las tribus del Sur donde por foto pedían 5 Birr, unos 18 céntimos de euro. Pero hasta llegar allí todavía tomaría muchas fotos. Eso si casi siempre sin tener que pagar nada.

Me fui al hotel y me bañe en la piscina, ese lujo no volvería a disfrutarlo hasta el último día.
Allí contemple como el hotel tenía inquilinos casi exclusivamente etíopes. Pedí un cerveza fría y la disfruté mientras tomaba los últimos rayos de sol del día.

Pensaba en lo que me esperaba  con ilusión y ganas de empezar la aventura.
Qué ganas de coger la bicicleta y dejarme llevar en un país desconocido, sin saber donde iba a dormir, comer o con quien iba a hablar ese día. Qué verían mis ojos, qué paisajes y gentes, qué sensaciones llegarían a mi piel.
Pensaba todo eso recostado en una tumbona y saboreando ya la aventura.
Al día siguiente me levantaría temprano y saldría hacia el Sur con mi bicicleta y alforjas.
Tenía ganas de dejar esta inmensa urbe que es Addis Abeba con 3 millones de habitantes y comenzar a ver zonas rurales y atravesar Parques Nacionales.

Ya tendría tiempo de ver Addis Abeba con calma después de mis recorridos.

Me esperaba  la carretera de los lagos. Hay dos carreteras para viajar al Sur, una más directa hacia Arba Minch y otra que va en paralelo a esta unos 100 Km al Este de esta donde terminas también llegando a Arba Minch..
Esta última atraviesa Parques Nacionales y lagos espectaculares:
Lago Koka, lago Ziway, Parque Nacional de Abidjatta-Shalla, lago Shala, lago Langano, Lago Abidjatta, Lago y población de Awasa con sus pescadores, población de Arba Minch y sus lagos Abaya y Parque Nacional de Nechisar
En fin un camino hacia el Sur precioso y lleno de sorpresas.




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